Reportaje desde Texas: por qué aumenta la posesión de armas entre latinos

“Si nunca tuviera que preocuparme de que me vayan a disparar, nunca llevaría un arma conmigo”

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Un domingo por la tarde en la sala de su casa en Royse City, en Texas, César Hurtado, de 32 años, saca de un estuche rígido un rifle AR-15 hecho a su medida. Inscrita en la parte lateral del arma se lee el lema “ni guerra, ni dioses, ni amos”. Hurtado comenzó a interesarse en las armas de fuego por su afición a la cacería, pero su perspectiva cambió luego del tiroteo en El Paso, en 2019.

Ese atentado contra la comunidad latina, lo hizo pensar que las armas de fuego son vitales para su protección y seguridad. Hoy en día, el colombiano-estadounidense es miembro de la incipiente Asociación Latina del Rifle (LRA, por sus siglas en inglés, Latino Rifle Association). La organización, la cual se describe a sí misma como políticamente progresista, surgió en línea durante la pandemia con el propósito de proporcionar educación sobre defensa personal y armas de fuego a los latinos en Estados Unidos. Muchos de los aproximadamente 850 miembros están preocupados por el auge del radicalismo blanco de la extrema derecha, mientras que otros buscan relacionarse con propietarios de armas que compartan sus ideales progresistas o su identidad latina. 

“Los blancos, propietarios de armas, se sienten que tienen el derecho a un arma”, dijo Hurtado, “pero para los latinos, esto es una cuestión de supervivencia y de seguridad”.  Una de cada cinco personas que compran un arma por primera vez en Estados Unidos son hispanos. Algunos son jóvenes, políticamente comprometidos y en busca de una forma de protegerse en medio de un aumento en ataques violentos contra los latinos y una oleada de tiroteos masivos sin precedentes. En Texas, donde se registra el segundo mayor número a nivel nacional de tiroteos en las escuelas, algunos profesores latinos están aprendiendo a usar armas de fuego para proteger a sus alumnos y a sí mismos en las instituciones donde trabajan.


Esta historia también fue publicada en palabra. por NAHJ, y en La Esquina Texas.


 Los latinos en Estados Unidos se enfrentan a la violencia armada, a crímenes de odio y a ataques de extrema derecha a un ritmo alarmante. Esto ha impulsado a algunos a recurrir a las armas como defensa personal, mientras que otros, en cambio,  optan por abogar ante el gobierno por mayores medidas de control de armas. Pero incluso cuando hacen uso de la Segunda Enmienda, algunos latinos sienten cierta ambivalencia. Son conscientes de los riesgos y responsabilidades que asumen al usar una pistola como autoprotección, y de cómo la policía, la comunidad en donde viven y trabajan, y hasta sus propios familiares podrían recibir esta decisión.

Cesar Hurtado sosteniendo su rifle personalizado en Royse City, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

En Colombia, los padres de Hurtado vivieron durante el periodo conocido como La Violencia, un conflicto político que duró varios años y en el que murieron aproximadamente 300,000 civiles. Hurtado dice que como consecuencia, su madre y su hermana tienen una gran aversión a las armas. Por esta razón, él nunca les ha contado que posee un arma, y mucho menos que se construyó un rifle a su medida. Hurtado dice que comprende la oposición de su madre, pero para él las armas son necesarias, sobre todo en estos tiempos donde percibe o siente tanta xenofobia a su alrededor. Como nuevo propietario, Hurtado no sólo siente que tiene que ocultarle a su familia su interés por las armas, si no que debe también aprender a navegar la cultura de armas en Texas que no necesariamente incluye o recibe con brazos abiertos a gente de color.


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En Texas, las historias de vaqueros armados y el derecho a la posesión de armas forman parte de los mitos del establecimiento del estado como tal. Sin embargo, el estado armado no siempre fue así. Alguna vez, Texas fue un pionero de las leyes del control de armas. En 1870, fue uno de los primeros del país que prohibió las armas de fuego fuera del hogar. En la década de 1920,  Texas  también prohibió las armas automáticas y estableció un impuesto del 50% a las armas de fuego. En 1933 fue uno de los primeros en prohibir totalmente las ametralladoras, un año antes de que se establecieran regulaciones por el gobierno federal. Hoy, sin embargo, Texas es casi sinónimo de leyes de armas laxas y el estado registra uno de los récords de mayor venta en el país. 

El año pasado, Texas se convirtió  en una de las entidades de Estados Unidos que aprobó una ley de portación de armas abierta, sin necesidad de licencia. Pero, según Hurtado, su identidad como latino le impide de cierta manera portar un arma abiertamente con tranquilidad. “Puede que [al hacerlo] seamos vistos como una amenaza”, piensa Hurtado. “Durante mucho tiempo [me propuse] no tener un arma, por si me paraba [la policía], no quería ser sólo otro hombre de color armado”.

Y si yo soy el siguiente?”

Entre el 2019 y el 2020 las compras de armas por parte de latinos en Estados Unidos aumentaron un 50%, según la Fundación Nacional de Deporte de Tiro (National Shooting Sports Foundation), una asociación de comercio de armas de fuego. Varios factores impulsaron las ventas: el aumento de las tasas de crimen, una mayor violencia de armas de fuego, tiroteos masivos, el sentimiento antiinmigrante contra los latinos y el extremismo de la derecha radical. En Texas ocurrieron tres de los diez tiroteos masivos más graves que han habido en zonas mayormente latinas. El año pasado, el estado registró un aumento del 61% en la propaganda de supremacismo blanco, avivando temores de que el extremismo de derecha radical está creciendo a un ritmo acelerado en el estado. En Estados Unidos, los latinos son uno de los grupos más atacados por crímenes de odio. No es de extrañar que cada vez haya más latinos que recurren a las armas como herramienta de autodefensa y protección.

“La tormenta perfecta de la pandemia, las revueltas por la justicia racial y la intensa división política empujaron hacia la posesión de armas a personas que antes se mostraban indecisas al respecto”, afirma Angela Stroud, socióloga del Northland College, que estudia la cultura de las armas. Históricamente, los hispanos, los negros y las mujeres han sido los grupos menos propensos a poseer armas, según Stroud. Pero la historia ha cambiado; ahora juntos reflejan la realidad armada estadounidense.

Isaiah Salas, basado en el Valle del Rio Grande en Texas, es miembro de la Asociación Latina del Rifle. Foto por Sabrina Toppa.

“La mayoría de la gente no se molestaría en llevar armas de fuego si no pensara que es necesario, si no creyera que hay amenazas legítimas contra ellos”, dijo Hurtado. “Si yo nunca tuviera que preocuparme de que alguien me dispare, jamás llevaría un arma”.

El sentimiento antilatino tiene una larga historia en Texas. Durante los siglos XIX y XX, se lincharon a muchos latinos en el estado durante campañas de violencia conocidas como La Matanza y La Hora de Sangre. Aunque es imposible confirmar cifras exactas, historiadores calculan que cientos, o incluso miles de latinos fueron asesinados durante este periodo.  Los latinos no sólo fueron víctimas de  tiroteos durante campañas que los amenazaban específicamente a ellos, sino que, a mediados del siglo XIX, la capital, Austin, expulsaba a cualquier residente mexicano que carecía de un patrocinador blanco que respondiera por él.

 En una de las peores masacres de latinos de la historia de Estados Unidos, 15 residentes latinos del Valle del Río Grande fueron fusilados a punta de pistola por su presunta vinculación con la Revolución Mexicana en 1918. Más recientemente, en la región del Río Grande, miembros del grupo de LRA, como Isaiah Salas, de 27 años, han empezado a relacionar esta violenta historia con las tendencias actuales de la retórica antiinmigrante y el extremismo de la derecha radical.

“Realmente te asusta, porque es como que ¿qué pasa si yo soy el siguiente?” se pregunta Salas.

“No traigas eso a mi casa”

No existe una opinión generalizada sobre las armas entre la población latina de Estados Unidos. Según una encuesta del Pew Research Center de 2022, el 81% de los inmigrantes latinos creen que restringir la posesión de armas es más importante que proteger el derecho a ellas. Pero para los latinos nacidos en Estados Unidos, la cifra desciende al 65%.  Los latinos que hablan principalmente español tienden a apoyar el control de armas más que los latinos que hablan más inglés, sugiriendo  que quizá los inmigrantes recientes no han adoptado actitudes estadounidenses sobre este tema.

Cartel de armas in Texas. Foto por Sabrina Toppa.

En Texas, no todos los latinos están a favor de las armas. La congresista demócrata Sylvia García, que representa a un distrito de mayoría hispana que incluye el sur de Houston, condena las armas de fuego y pide un mayor control  legal de las mismas.. En su distrito se registra casi el 40% de todas las muertes por violencia armada del estado. “La violencia armada se debe terminar ahora mismo en las comunidades latinas, y en todas las comunidades”, dijo a Fi2W. “Debemos promulgar cambios para proteger a nuestros vecinos”.

Por otro lado, para Paul Perez, un mexicano-estadounidense de 35 años que vive en la frontera entre Estados Unidos y México, la decisión de comprar un arma de fuego fue “agridulce”. Perez nunca quiso tener una pistola. Trabajaba en el sector de seguros médicos y su trabajo lo llevaba por largos viajes en coche por zonas de Texas que consideraba peligrosas debido a la actividad de las bandas y el contrabando de drogas. Su trabajo también lo ponía en contacto con desconocidos, lo que lo impulsó a llevar un arma en una caja fuerte en su coche por seguridad. Hasta el día de hoy, su abuela no logra entender por qué guarda armas de fuego en un armario de su casa. A Perez le es muy difícil hablar de las armas con ella debido a las diferencias generacionales que él ve entre los dos y a que, según él,  su abuela está cerrada a otras creencias que no sean las suyas. Su abuela tiene más de 70 años y nació en México, donde el proceso para adquirir un arma es más difícil y la cultura es en general menos abierta a las armas de fuego, comenta Perez.

Campo de tiro en Los Fresnos, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

Más allá de las diferencias familiares, otra cosa que le preocupa a Perez es no estar seguro de cómo lo percibiría la policía o las fuerzas de seguridad al saber que lleva un arma de fuego, siendo latino. En Estados Unidos, un promedio de 200 latinos mueren a manos de la policía cada año, y tienen más probabilidades que personas blancas de morir en encuentros con oficiales de la ley. “Nunca he querido creer que existe el perfil racial”, afirma Perez. “Pero lo veo de vez en cuando: incluso la gente de mi propia raza se lo hace entre sí”. En ocasiones en que ha sido parado por la policía, Perez dice que siempre se toma el trabajo de avisarle que lleva un arma consigo para evitar cualquier conflicto. Señala que el respeto es un componente crucial en cuanto a la posesión de armas. “Estás velando por la seguridad [de todos]. La mayoría de las veces [los oficiales] te dicen: ‘Hombre, ten cuidado. Gracias por avisarme’ y me dejan marchar”.

Si bien el temor al extremismo de derecha radical es parte de lo que impulsa a algunos latinos a obtener un arma, otros también señalan que el simple hecho de llevar un arma consigo puede dar lugar a una interacción poco favorable con la policía. Por ejemplo, un oficial puede fácilmente malinterpretar las intenciones de un hombre de color que tiene una pistola. Según la Unión Americana de Libertades Civiles en Texas (ACLU, por sus siglas en inglés) los latinos del Valle del Río Grande son más propensos a temerle a las interacciones con la policía debido a la presencia acentuada de agentes fronterizos. A los latinos en Texas, no sólo los detienen con más frecuencia la policía de tráfico, sino que también corren el riesgo de ser detenidos por razones cuestionables, como su origen étnico. LRA, que se creó en el 2020 aproximadamente un mes antes de las protestas sobre la muerte de George Floy, es consciente de la elaboración de perfiles raciales por parte de la policía  hacia las comunidades latinas. La organización, prohíbe a sus miembros que trabajen para la policía o  fuerzas de seguridad, una clara diferencia entre LRA y la Asociación Nacional del Rifle, o NRA (National Rifle Association) por sus siglas en inglés, que exalta las virtudes del uso de armas por parte de las fuerzas de seguridad para la protección ciudadana, Aunque aparentemente ambas organizaciones coinciden en el objetivo de la educación sobre las armas,  los grupos no podrían ser más diferentes, dicen algunos miembros de LRA. LRA adopta un manto progresista, y muchos de sus miembros se identifican con la izquierda política y afirman que en la NRA no estarían bien vistos sus puntos de vista.

Paul Perez sostiene su arma en  el Valle del Rio Grande, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

Para Perez, la decisión de poseer armas estuvo siempre llena de ansiedad. No pertenece ni a NRA ni a LRA. Aunque tiende a alinearse con el partido Republicano en cuanto a lo importante que es la educación sobre las armas para su seguridad, le preocupa el día en que tenga que usarlas. Es un temor bastante común. Recientemente, Perez fue a un campo de tiro con un amigo que estaba tratando de decidir si debía comprar un arma de fuego. Después de disparar una vez, a su amigo le entró un ataque de pánico. Perez intentó calmarlo preguntándole “¿qué te preocupa?, ¿qué sientes?”. Su amigo le confesó que la idea de usar un arma contra alguien lo inquietaba mucho.

Perez lo entiende. Aunque tiene armas por su seguridad, dice que no se siente necesariamente más seguro. Cada vez que sus amigos publican una foto de una pistola nueva en Snapchat, llamándola un “juguete nuevo”, Perez los reprende. “No es un juguete…Esa es la peor manera de ver estas cosas”. 

Para Perez, el acceso a las armas es un privilegio y una responsabilidad que siempre ha incluido serios riesgos. Es consciente de que la policía puede malinterpretar su arma como una amenaza, o de que otro pistolero puede apuntar hacia él simplemente por llevar un arma también. Perez decidió invertir en un arma después de un cuidadoso cálculo. “El mundo en el que vivimos da miedo”, afirma. El tener un arma al menos lo hace sentir que tiene algún control sobre una situación que a menudo es impredecible, imprevista e injusta. “Supongo que se puede decir que soy oficialmente un tejano”, bromea sobre su decisión. “Pero es una gran responsabilidad”.

“Las armas de fuego no son juguetes: son herramientas peligrosas”

A pesar de su nombre, la Asociación Latina del Rifle abre sus puertas a aficionados a las armas sin importar su raza, y afirma no tener ninguna afiliación  con  la Asociación Nacional del Rifle (o NRA). Actualmente, LRA existe principalmente en línea. Para seguridad de los miembros, LRA anima a los grupos locales en Estados Unidos a reunirse inicialmente sin armas si lo hacen en persona. “Las armas de fuego no son juguetes: son herramientas peligrosas”, afirma Salas, que está creando su propio grupo local de LRA en el Valle del Río Grande. “No soy tonto; entiendo que están diseñadas para destruir cosas… así que es algo que tenemos que tomar seriamente”.

Armas en exhibición en una tienda de armas en Texas. Foto por Sabrina Toppa.

Salas, mexicano-americano de cuarta generación que vive en una ciudad fronteriza, dice que su familia apoya en gran medida su defensa de los derechos a las armas, con excepción de su madre (casi el 80% de las latinas están a favor de restringir las armas). “Para ella es difícil separar las armas de fuego de cualquier cosa relacionada con las bandas, la delincuencia o las malas noticias”, comenta Salas. Creció en una zona en las que predominaban las bandas, y de pequeño, su madre le prohibió jugar con pistolas de juguete. Cuando Salas compró su primera pistola, siendo adulto, ella le dijo: “No traigas eso a mi casa. Ni siquiera en el coche. Déjala en tu casa”. Aun así, dice que su madre nunca le ha impedido llevar a sus hermanos menores a campos de tiro para que aprendan sobre las armas, y comprende la atracción de su hijo por el grupo LRA. “Nunca estará de acuerdo, pero entiende lo que esta organización significa para mí”, dice Salas.

Según Salas, el grupo local de LRA en el Valle del Río Grande que está tratando de formar, será también una oportunidad para desarraigar la masculinidad tóxica de la cultura de las armas en Estados Unidos. Dice que las mujeres trans latinas de la frontera han sido de las primeras en mostrar interés por el grupo. La organización las atrajo en gran medida por el aumento de la violencia antitrans en el estado. En años recientes, Texas ha tenido una de las tasas más altas de asesinatos de personas transgénero del país, y algunas de las leyes antitrans más restrictivas y punitivas en todo Estados Unidos. “Muchas de ellas dicen que no tienen mucho conocimiento sobre las armas de fuego, pero quieren aprender”, observa Salas.

Oficial de la ley Julian Longoria ofrece clases de seguridad de armas en Los Fresnos, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

La forma de pensar de Salas sobre el significado de poseer un arma ha evolucionado con el tiempo. Es una reacción en contra del machismo de la cultura latina y en contra de la cultura blanca de armas, la cual Salas describe como “hiper masculina y tóxica”, y ve encarnada en grupos como NRA. Salas critica a los latinos que usan las armas para demostrar su virilidad, pero también critica a la cultura del miedo que propaga la NRA y sus simpatizantes. Espera que LRA sea un espacio en donde los latinos que no se identifican con ninguna de estas perspectivas puedan decidir por sí mismos el significado de la posesión de armas, despojándola de su matiz conservador.

Para Salas, LRA es una forma de participar en la defensa social, especialmente en las colonias de la frontera entre Texas y México. Sabe que los residentes de estas zonas, unas de las más desfavorecidas en Texas, tienen otras cosas de qué preocuparse fuera de los derechos a las armas. Pero cree que el grupo puede ayudar a construir un sentido de comunidad y compromiso,  y así lograr cambiar la percepción errónea en estas comunidades de que los propietarios de armas son agresivos, violentos, e indiferentes a los problemas de sus vecinos. 

Salas también espera que LRA disipe mitos sobre leyes de las armas en el Valle del Río Grande, donde la participación política es baja y los conocimientos sobre las armas son escasos. Cuando el senador estatal Juan Hinojosa dijo erróneamente, el verano pasado, que Texas había eliminado recientemente la verificación de antecedentes penales para la compra de armas de fuego, a Salas le indignó tremendamente. Según la oficina del Senador Hinojosa, esto fue una referencia a la aprobación del proyecto de ley 1927 de la Cámara de Representantes te Texas en 2021, que legalizó el porte de armas sin permiso (sin embargo, la ley federal, que reemplaza a las leyes locales, continúa requiriendo que los comerciantes de armas de fuego en Texas con licencia federal—aunque no a vendedores privados—inicien verificaciones de antecedentes antes de las venta de armas). Según Salas, las consecuencias de la información inexacta o falsa son peligrosas en comunidades como las del Valle con escaso compromiso político dentro de la población  (casi el 87% del Valle, por ejemplo, no votó en las primarias pasadas): “Si [el público oye] a sus senadores decir que no tenemos verificación de antecedentes en el estado de Texas… eso solo hará que se inclinen hacia un enfoque antiarmas debido a la desinformación”, dice Salas.

“Están reclutando a un montón de ‘Billy Bobs’ y en vez de eso deberían reclutar a hispanos

Con el aumento de la posesión de armas entre los latinos, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), también espera poder incorporar a más de ellos a su redil. Fundada en 1871, la organización ha tratado de involucrar a los latinos en sus mensajes públicos, incluído por ejemplo a través de un evento llamado Botas y Pistolas durante una de sus convenciones anuales, que fue organizado en honor a destacadas figuras latinas del ejército y de las fuerzas de seguridad. El grupo también nombró a una latina, Gabby Franco, para educar al público sobre armas de fuego. Pero Rick Figueroa, uno de los primeros latinos en formar parte de la junta nacional de la organización, afirma que NRA sigue tratando con cierta dificultad de encontrar la mejor manera de integrar a los latinos en la organización de forma significativa.

Rogelio Errisuriz, maestro del distrito escolar independiente de Brownsville, en un campo de tiro en Los Fresnos, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

Al principio, Figueroa criticaba a NRA por la falta de acercamiento de la asociación a los latinos. “Yo les decía que estaban metiendo la pata, que estaban perdiendo una oportunidad”, dijo Figueroa a Fi2W. “Están reclutando a un montón de ‘Billy Bobs’, y en vez de eso deberían reclutar a hispanos. Están ahí mismo, y son un mercado mayor”, recuerda que les dijo. Hoy, los latinos constituyen el 40.2% de la población de Texas—en comparación con el 39.8% de los tejanos blancos—y Figueroa ve una ventaja demográfica que no se puede ignorar. “NRA está intentando ser un educador sobre la Segunda Enmienda en las comunidades hispanas”, comentó Figueroa.

Aunque la retórica antiinmigrante de NRA aleja a algunos propietarios de armas latinos del grupo, Figueroa le atribuye a la organización parte del reciente entusiasmo por la posesión de armas entre la comunidad latina. Su afirmación es difícil de verificar, ya que NRA no recopila información sobre la raza o etnia de sus miembros. Las personas de color representan el 20% de los nuevos titulares de licencias de armas en el estado, según los datos más recientes del Departamento de Seguridad Pública de Texas. El departamento contabiliza las licencias por raza, pero no por origen étnico, por lo que, si bien cuenta a los propietarios de armas blancos, negros y asiáticos, no documentan el número específico de latinos.

“Aún les tengo miedo”

Independientemente de que LRA, NRA o los escépticos ganen el debate retórico sobre las armas en Estados Unidos, hoy en día hay más diversidad que nunca entre los tejanos propietarios de armas. 

Un sábado, en el campo de tiro de Vinson, en la ciudad fronteriza de Los Fresnos, Leticia Errisuriz, de 53 años, empuñó un arma por primera vez. “Al principio tenía miedo. Me sudaban las manos. Estaba algo nerviosa”, dijo después de dispararle a un blanco de papel.

El oficial de la ley Julian Longoria le indica a la maestra del distrito escolar independiente de Brownsville Leticia Errisuriz cómo sostener un arma. Foto por Sabrina Toppa.

Era su primera vez en el campo de tiro. Errisuriz asistía a una clase gratuita de seguridad de armas. La clase era dirigida en inglés por Julián Longoria, un oficial de seguridad que se acercaba a cada uno de los tiradores aprendices ayudándolos a estabilizar sus pistolas. “Lo primero que hay que [tener] es un buen agarre, alto y firme”, dijo, acomodando los dedos de un alumno sobre el arma de fuego. “Es como colocar una pieza en un rompecabezas.. Tiene que estar al mismo nivel”, dijo, entrenándolos para que lograran alcanzar la línea de visión del objetivo.

Longoria dijo medio en broma, que el grupo se debería llamar Los Pistoleros. Se oían disparos entrecortados en el aire, a veces interrumpidos por carcajadas nerviosas de sus estudiantes. Después de cada serie de disparos, Longoria pedía a sus alumnos que cargaran el siguiente cartucho para que se acostumbraron a sentirse más cómodos con sus armas. Errisuriz y su marido, ambos profesores de una escuela de Brownsville, se sintieron motivados a tomar la clase para poder proteger mejor a los estudiantes de su distrito escolar. “Todavía me dan miedo las armas”, confiesa Errisuriz. “Vine a la clase solo para ser consciente de cómo manejar una pistola”, añadió. “Hoy en día nunca se sabe”.

Los Errisuriz eran parte de un grupo de profesores latinos del distrito escolar de Brownsville asistiendo a la clase juntos ese día. Al final de la sesión, el grupo de profesores estaba radiante. “Me sentí un poco nerviosa, un poco tensa, porque nunca había estado expuesta a una pistola”, dijo la profesora Nemezia Saldaña. Sus experiencias formativas con las armas ocurrieron durante su infancia en el estado de Tamaulipas, en el noreste de México, donde los conflictos entre bandas le hicieron relacionar las armas con los cárteles y las drogas. “Siempre que veo armas, tengo eso presente”, explica Saldaña.

Maestros latinos del distrito escolar independiente de Brownsville participan en un entrenamiento sobre la seguridad de armas en Los Fresnos, Texas. Foto por Sabrina Toppa.

Antes de asistir a la clase en el campo de tiro, algunos miembros de su familia y comunidad le hicieron bromas con que se transformaría en otra ciudadana más con pistola: “Mija“, le decían, “ahora todo el mundo va a tener un arma”. En México, cuenta Saldaña, muchos de sus familiares les siguen teniendo miedo a las armas. “Piensan: Ah, ¿tienes armas? Las armas matan”. Pero Saldaña no se dejó disuadir. “Quiero proteger a mis estudiantes, a mí misma y a mi familia”. 

En cuanto a la  pregunta de si disparar un arma la hace sentirse más tejana, Errisuriz responde: “No, no necesariamente. Yo ya era tejana antes de hacerlo”.

 

Immigrants in a Divided Country (“Inmigrantes en un país dividido”) es una serie digital de Feet in 2 Worlds que explora el panorama político actual desde la perspectiva de los inmigrantes. Puede encontrar enlaces a otras historias de nuestra serie aquí.

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Sabrina Toppa es una periodista premiada con sede en Texas. Sus reportajes han sido publicadas por The Guardian, TIME Magazine, The Atlantic, The Washington Post, NBC News, Public Radio International y Al Jazeera English, entre otros medios. Anteriormente estuvo basada en Pakistán, donde fue becaria del Centro Pulitzer.. En el pasado, también trabajó en las oficinas de Mother Jones en San Francisco, TIME Magazine en Hong Kong, The Dhaka Tribune en Bangladesh, The Kathmandu Post en Nepal y The Guardian US. Está en Twitter: @SabrinaToppa.

Traducción al español por Virginia Lora y Maritza L. Félix

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Sabrina Toppa is an award-winning journalist based in Texas. Her stories have been published by The Guardian, TIME Magazine, The Atlantic, The Washington Post, NBC News, Public Radio International, and Al Jazeera English, among other outlets. She was previously based in Pakistan, where she was a Pulitzer Center grantee investigating China's trillion-dollar Belt and Road Initiative and Pakistanis on death row in Saudi Arabia. In the past, she also worked in the offices of Mother Jones in San Francisco, TIME Magazine in Hong Kong, The Dhaka Tribune in Bangladesh, The Kathmandu Post in Nepal, and the Guardian US. Follow her on Twitter @SabrinaToppa.